[...]“¡Pues
no, esta vez no ha sido así!, el interrogado, ha confesado sin la menor
presión, al momento, sin el mínimo esfuerzo!”
Elle, autómata,
prosigue su interrogatorio como si tal cosa, y hace una pregunta necia e ininteligible:
-¿Considera adecuado que piense
que la ineficacia de la demora se deba, en ausencia de vicios ocultos, a la
borrachera del insomne conductor que en un alarde de ...?
Yo seguía
observando, analizando, e intentando dar una respuesta fisiológica eficaz
dentro de un cuerpo teórico lleno de imaginarios ritos y heridas, y, ahora sí,
mirándola fijamente a la cara, advertí que de su boca caían párpados. En las
luces contrapeadas, fuego de escuadrón de fusilamiento de las lámparas, se
arremolinaban las correctas visiones del problema que posibilitaban a cada
instante ver a la doctora como una hembra: “Hembra de una manada de sugestiones,
cohibiciones y prohibiciones masculinas ”
-El pensar es de pueblos primitivos -digo e interrumpo la
argumentación de Elle que extrañada entrecruza sus cejas-. Así, es preferible
sentir el retraso de los relojes de arena, o granos que caen en segundos sobre
los razonamientos. Es más –continuo-, las demoras siempre producen efectos
positivos en el natural fluir de caos. A eso me dedico yo –sigo-, es mi
profesión, retrasar el tiempo:
-Emborrachar al conductor fue un acto de caridad, digo más,
evasión
CUARTA PREGUNTA
La doctora se pone de pie, temblorosa, aún esta detrás de
la mesa, y alzando innecesariamente la voz pregunta:
-¿Usted
dice que se dedica a desordenar el tiempo y las cosas, puede ser más explicito?
-¡Soy
funcionario de la Administración Central!, me explico -puntualizo-: Mi trabajo
empezó, realmente, el día que tuve un ataque de solidaridad y retrasé todos los
relojes del Ministerio, mis recién somnolientos compañeros, envueltos en
placeres nocturnos, aún alcoholizados, y beatos, e inútiles, notaron que algo
bueno les estaba ocurriendo, se sentían rejuvenecidos, livianos...
-¡Pero,
por Dios!- me interrumpe, completamente indignada por lo que estaba oyendo, mejor-: o le repugnaba mi pasado lo más profundo de sus convicciones morales
o no se creía absolutamente nada de lo que yo decía.
QUINTA , SEXTA, SÉTIMA, OCTAVA PREGUNTA
-¿Cuánto
tiempo retrasó los relojes?
-Me
ha interrumpido -dije yo
-¿Por
cuánto tiempo dice que estuvieron retrasados los relojes? –insiste preguntando
-¿Cuánto
tiempo tardó en retrasar los relojes? -ametralla
Me gusta la forma que tienes de meternos en faena con estos delirios..........................y de las fotos que puedo decir..........nada solo musitar.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias!!
Eliminarel astrogenio
ResponderEliminarde sal
caía a chorros /como de lava
a chocar contra los búhos
que no miraban*
ni de su boca cayeron MÁS párpados+
este colmo magistral de fotos tampoco dice NADA que HADA no sepa.
Yo me callo, y abrazos besos
Cómo siempre que te leo, me vuelvo un poco loco ( en el buen sentido de la palabra), a veces siento tus escritos como KOAN, he intento dar soluciones que no tienen, pero realmente das belleza y ritmo y haces pensar mucho, primero agradecerte el comentario, y luego, ahora, doy rienda suelta a mi locura:
EliminarEn una fiesta de huevos duros, los invitados engullían y engullían, salvo cuando se pusieron a pensar que un huevo duro en boca la convierte en ojo, y al mirar entre dientes, con labios aprendices de bigotes como párpados, descubrieron la mirada gastronomíca, mirada que no se olvida de ningún detalle, salvo cuando se caen los parpados, que son guiños gastronómicos, y si se hinchan, son bocas gastronómicas que no duermen.
Un beso PMPilar y muchas gracias