En una abstracción los tres pasillos acaban siendo lo que no son

En una transfiguración, en una inconmensurable amalgama de vacíos o vicios dirigidos, me encontré sentado a horcajadas en el centro de una amplia sala de cuya luz no quiero acordarme; tres, sí, eran tres, que salían pasilleando hacia ignotos lugares, y que rayaban la oscuridad cercana a la refulgencia de la olla de Mefistófeles, huelga decir lo que no digo.

Primer arraigo o pasillo:

1.- Me encontré entre una palabra -que por honor callo- y su significado; en sus intersticios, algo se deslizaba como reptil en tobogán, o siseaba, que en esto hay doctrinas. ¿Qué?, sí, que en sus intersticios reptaba algo parecido a la palabra Honor

Segundo arraigo o pasillo:

2.- En una desnudez no sexual apareció incólume y altiva, dando pasos de garza

Tercer arraigo o pasillo:

3.- En la torre de los hielos de mi cubata de ron, formalmente cercanos al maximalismo japonés, yo quitaba y ponía masa, hasta dejar el mensaje impoluto; Metía los cubitos en el e-mail, y, en precariedad de medios, no salía nada -continuo: Darth Vader -ese soy yo-, es transformado en una figura regordeta y rechoncha; como un roscón, o como una luna si no viesemos su ombligo (el de la figura no el de la luna).

P.D. Se me olvidaba que en el primer pasillo, en ese impass que me suponía habitar los desiertos esquizofrénicos de las leyes del sintagma, quise convertirme en música. 

Algo se me olvida, igualmente, respecto a las huellas de esos pies desnudos sobre la alfombra; tanto se me olvida que no sé qué decir.