miércoles, 21 de octubre de 2015

EL ORADOR. LA CUARTILLA






EL ORADOR: LA CUARTILLA  
Para ultimar los detalles, volví a leer la cuartilla, me miré las suelas de los zapatos y zarandeé el nudo de mi corbata a rayas; apreté fuerte el pomo de cobre y lo giré. Atravesar el umbral no fue una labor de valientes, sólo necesité dejarme llevar como un niño que se desliza por un tobogán. 
En la sala vacía mis pasos retumbaban, oía mi respiración acompasada con los planos de luz que proyectaban las intermitentes grietas del muro -adornos del devenir-; mi sudor caía sobre la moqueta. Sentí que en el suelo algunas gotas rebotaban como canicas, comprobé que no provenían de mí, sino de más arriba, de la geometría de la lluvia. La tarima estaba al final del corredor del auditorio y allí me tenía que dirigir.
No llego -dije-. No llegaba, el espacio elástico alargaba distancias, mis pasos se acortaban y mis suelas se deslizaban, no sobre la superficie húmeda del suelo: sobre el tiempo. Un fluir de formas y sombras envolvía una atmósfera sub-acuática y mi mente esparcía distancias en burbujas apiñadas luchando por llegar a la superficie, que disolvía en oscuros rincones olvidados lo más áspero de la textura de la angustia. Así en el suelo, como en el techo, los recuerdos amenazaban con romper la membrana y eran zombis tras la puerta.
Me vi andando, arrugado, cabizbajo y rígido 
En un solivianto de esquinas y mudanzas, mi mano mala, trémula, comenzó a martillear el aire con el borde de la cuartilla, sentía que a cada golpe se oscurecía parte de mí, en un Fade out irreversible 
Tropecé. 
Tropecé con el escalón de la tarima. Volví en mí. Pensé: "Todo llega a su fin, Aquiles agarró la tortuga". Pronto me encontré subido en el estrado -mi pálida cara, aquellos ojos, aquellos fantásticos ojos...¿?-. Me sentí cansado, muy cansado. Y me tumbé. ¡Sí!, me tumbé de lado. Apoyé mi cuerpo sobre el codo derecho, y, sin pensar, puse mi córnea a ras de  suelo. "Queridos amigos – dije-, hoy quiero hablar de: EL REPTAR DE LA MIRADA" y comencé a hablar espasmódicamente.
     El brazo izquierdo libre, revoloteaba al compás de mi disuasorio discurso, de mis intimidatorias palabras, intencionadas palabras, absurdas palabras


Varias hormigas, un ratón de ojos saltones y un gorrión, componían el ciento por ciento de mi audiencia. Escuchaban atentos o al menos eso creía, bueno no: las laboriosas hormigas estaban concentradas en dirigirse hacia no sé sabe dónde, ya que se movían en círculos en un especie de espiral de la muerte; El ratón, apoyado en sus cuartos traseros, prestaba atención sólo a rascarse las orejas, aunque a veces, levantaba un trozo de queso con sus patas delanteras y lo roía con rapidez; el gorrión, que ora picoteaba el suelo, ora daba leves saltos en círculo parecía haberse olvidado de sí, y  era los tres y solo uno, y el discurso. Mi incapacidad por hacerme entender buscaba una complicidad en la mirada de esos seres, una forma amiga, algo que me pudiera resolver, aunque sólo fuera desde ciertas perspectivas, qué hacía yo ahí y cuál era el sentido de todo esto, de la mirada. Apoyé mi cara sobre el suelo, abrí ampliamente la boca,  cerré un ojo y puse cara de escopetero de feria, fijé mi punto de mira en la cuartilla, que, en ese momento, caía y planeaba en el aire como vuelo de plumón; la seguí hasta que, lentamente, se posó en el suelo; desde mi mirada, rastreadora y perfilada, la cuartilla parecía una inmensa y suave capa de hielo. Tanto las hormigas, como el gorrión y el ratón, al ver la cuartilla en el suelo, dejaron sus quehaceres, y se dirigieron hacia ahí. Por sus gestos, ademanes, signos y miradas – crueles miradas, devoradoras, criminales y obscenas- pronto entendí: “¡Quieren -dije-, comerse la cuartilla!, ¡van a comerse la cuartilla!
¡NO LO PERMITO! –dije-. ¡NO LO PERMITO! –repetí.
Los animales dijeron a la vez: ¡VERÁS TU, SI LO PERMITES O NO!
No me entretuve en disquisiciones filosóficas. Cuando pasaron cerca de mi boca. Me comí a TODOS. ÑAM! ÑAM! ÑAM!*
Han pasado ocasos. Tumbado en una vieja hamaca, balanceo la digestión más larga de la historia. En noches como esta, sigo hablando con mis animales –ahora son míos-. Los liberaré el día que me digan por qué me comieron. Decidme animales: ¿POR QUÉ ME COMISTEIS?


En un teseracto de cuartillas:
Un gorrión
Resuelve miradas
brinda al ocaso

14 comentarios:

  1. No estoy seguro de entenderlo
    y menos que el gorrión brinde ( iba a poner: plegarias atendidas)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Plegarias atendidas, es el título del libro no escrito de T. Capote (bueno, parte hay escrito)
      "Mas se derraman lagrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas" Maria Teresa de Jesús.

      Quedaría:

      Un gorrión
      Resuelve miradas atendidas,
      brinda al teseracto

      Eliminar
    2. Joder! me he equivocado, y queda mejor.

      intenté analizar el hecho de mirar, y me vi perdido en pasillos - como entonces-. Sin una solución posible

      Eliminar
    3. Plegarias atendidas, es el título del libro no escrito de T. Capote (bueno, parte hay escrito)
      "Más se derraman lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas" Maria Teresa de Jesús.

      Quedaría:

      Un gorrión
      Resuelve plegarias atendidas,
      brinda al teseracto

      Eliminar
  2. Quién es quién.
    No sé y cada vez me alboroto, unas líneas, un quehacer, una sombrejuela, un pedestal, un erratio* erratio. a wandering, roving about.
    Eso es!
    Un wandering soy en un "Quién" sin encajar del todo

    ResponderEliminar
  3. Mi incapacidad por hacerme entender BUSCA una complicidad [...] en esos seres, una forma amiga, algo que me PUEDA resolver la pregunta, aunque sólo SEA desde ciertas perspectivas, qué HAGO yo AQUÍ y cuál ES el sentido de todo esto (buscar el límite de la ataraxia - el medio es incapaz de hacer hablar coherentemente- para que la mente salte por los aires)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Todo queda co-
      mo siempre: El aullido
      del lobo está Bluffff!

      Eliminar
    2. Me voy a correr
      sobre la nada que es mi grito de siempre
      salpico la página, las letras, y el reptar

      Eliminar
  4. La luna me seguirá y cojeré al aire con mi delantalito de nardos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Golpes de pies oxidan el asfalto, no así su intrincada respiración. Dirán ellos (los transeúntes)

      Eliminar
  5. Invalidada respuesta de la nada,
    en un take off de mortajas
    resolveré versiones - de mi yo-

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Mi perfume impregna la habitación de dotaciones vacías

      Me voy ya (en un fade off de respuestas)

      nihil

      Eliminar
  6. jajajaja....no debería de comentar........me siento apabullada por esos comentarios tan geniales.........sera que la luna ha hechizado al Sr. Menteinvisible......WOW !!!!!......me de puntillas.....sin hacer ruido....en el silencio de la noche.....
    Un beso.

    ResponderEliminar

sólo se aceptan comentarios faltos de contenido
sólo estructura y fonética