BUSCO LA GARZA BLANCA

Encontrar la garza cada mañana, es mi sueño, madrugo para gestionar ese sueño, para hacerlo efectivo.

Caigo a la calle

Vapor vespertino, una escalera escupe a una mujer redonda con un niño, que tambalea una cartera rectangular, cogido de su mano; a estrincones, la mujer le empuja; el débil sol aparece a sus pies, y ambos parecen un caballo rampante azúl, y creo ser jinete sobre los rayos rasantes de la mañana, Der Blau Reiter. 

Subo por la calle sin nadie. Aún el suelo de piedra refleja quebrado brillo de farolas.

Un perro corre y hace frío

Linealidad cortada, atravesada, yuxtapuesta.

Rítmicamente se conforma la realidad de la mañana: Unas voces, al principio, ronroneo de los autobuses, después, y los mirlos.  

El suelo es un sentimiento en desorden unido por fracciones de mirada amarilla, que cuartea, que abrupta, que pincha, que golpea,,,

Subo la calle.

Avalancha de edificios altos y cercanos, que son tambores, y teclas de piano. Los dejo atrás. Voy al parque. Atravieso parterres. Subo escaleras y rampas. Cierro los ojos.

La ciudad, a lo lejos, reproduce la geometría de mi respiración entrecortada, en mixtilínea forma. Un fondo volátil, gradiente de gris, vacía, configura y busca el hálito de su expansión. 

Flota, la ciudad, desde lo alto de la colina, y es sólo una horizontal sobre el mar -capa de estaño busca estrellas en borde quebrado-; vibra con cada golpe, con cada zancada. 

Barco a la deriva 

Árboles casi desnudos desfilan, y saludan o amenazan; flanquean mi carrera; me persiguen o huyen

Un cúlmen de dígitos rojos en apariencia esparcidos distribuyen gotas ásperas perdidas en la hojarasca que vuela. .

Desciendo a golpes, entre peces -olor a algas- y escalones

Sopla el viento y llego al puerto. La marea está baja

Busco la garza blanca -un contralúz de garza planea sobre su reflejo negro y resuena-; pienso: La garza es búsqueda no materia. 

Vuelvo andando.

-¡Vi a la garza blanca! -grito a los transeúntes

-¡Hoy, vi a la garza blanca!

Nadíe me escucha

Fin