viernes, 4 de septiembre de 2015

NARIZ Y PARED



Una hora antes de anochecer, las gotas de lluvia chapotean sobre la calle encharcada. Llueve. 

El loco golpea la pared
Barro con la mirada la habitación vacía y señalo al rincón opuesto. Ellos me colocan ahí.
¡Sí!, ahora estoy sentado enfrente de una pared blanca, acerco mis ojos y aplasto la nariz hasta que los grumos de pintura, que  conforman un espacio laberíntico, sanguíneo de indefinibles geometrías, se desenfocan; la aparente rugosidad  de la pared despliega abanicos, que son la cola del pavo real o son sonidos de ábacos -acordes de palabras que alteran significados-. 
Quiero pasar la palma de mi mano, como en una despedida, sobre su superficie, o como quien acaricia la crin del  caballo, para desgarrar lo más salvaje de su textura, para hacer entender a la pared que el Tiempo... Pero la pared no entiende y lanza puentes en mi memoria: ¡Sí!, son celosías metálicas que agrupan orillas, que chirrían silencios sobre raíles del Poniente, que dispersan rayos, y difuminan una respiración entrecortada que es como un paseo -no quiero conjugar la mitología del claroscuro, pero sí su sonido, pero sí su silencio-. Los intersticios de los gránulos blancos no reflejan la desentonación del anochecer inviolado, y albergan pájaros cantores sobre suelos de pizarra y granito; los gránulos blancos, ajenos a ejes de referencia, transforman su espacio vertical en vericuetos de plazas y calles, en caballos al vuelo, en mercados multitudinarios, en gotas de lluvia en... ¡Perdón,  no quiero conjugar la mitología de la luz! 
La nariz aplastada, que siente el último rayo de luz, percibe el giro de las agujas del paso del Tiempo que la pared le niega. Nariz y pared comparten brisas que, como el magma volcánico, solidifican como gorriones de porcelana que vuelan sobre el silencio.
El loco golpea la pared 
El loco no golpea la pared

Una hora después de anochecer no llueve, una habitación blanca con una silla vacía, mira hacia el cielo estrellado a través de su pared demolida. Un gorrión de porcelana emprende su vuelo.



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