MI TEMPLO NO EXISTE O SÍ

En una torpeza de lenguajes renuncio a mi condición de incómodo 

Nunca he creído en lo que escribo como en Dios, incluso así, siento estas palabras como gajos de mi alma, tropezones del devenir o una soledad maltrecha en paso venial. Retruecan peces en los nudillos de mis balbuceos. A ti que, solo tú, me conoces, evidencia mi mirada y DELIMITAME. Dime...en acordeones de puñetazos en el muslo, en fragmentos de mi pecho arrítmico, dime que...Dime y no me digas, fuego y silencio son cosa misma. Un pez pasea, con un vocablo en el pecho, sobre una mística de ojos cerrados, y tus ojos... En tu belleza de los ojos que no existen -miradas ímpias sobre el cuerpo desnudo-, en tu belleza de espejos encontrados, en tu pelo que fluye como adjetivos en textos acrónicos, en lo que nunca te dije porque no te lo dije-. En tú INMENSO MAR, en ese beso esquivo, en eso que no existe, eres semilla de..., en ese beso que no fue, porque no fue, y hubo más que no fue o sí, aún me acuerdo del sol: el sol se comportó como un mecanismo de reloj oxidado, que tropezó sobre una nube oscura y blanca, como salva de guerra, que aposenta la fatiga en posibilidades esquinadas, y desabanicó gradientes de bermejas hojas; así en mi tierra como en el barro, huyó de ti en trémulos rojos barbates. Huyó, porque no huyó, así Teresa, huyó sin caber en mí, porque no fuí.

De lo poco que soy -un trotador que te busca adonde no estas-  nutro mi vida, realmente, nutro mi vida, como extremófilo, con muy poco, y aunque me sirva, desprendo cobras, cascabeles y manuales de equinoccios, ahí.  

No pretendo que entiendas esta gilipollez necesaria, o esta brusquedad de rinoceronte, o esta cobra que resalta los colores insensatos de los dientes -entresijos de los dientes. Pero sí que anotes -en manchas blanquecinas-, que te echo de menos, así las pupilas: Mi blusa, desmembrada de piel, desnuda acude en brillos en los teseractos de tu mirada, ¿son pérgolas de luz, o un responder vacío?  

Arrancada y fragmentada, serías igualmente bella

Mi silencio es tu belleza -de la que me apropio-, y si hablo, ahora, es que no existo hasta que exista en cuerpo y CARNE, como  ya existí una vez; de la cual me nutro y me basta para una ETERNIDAD. Sigo -pero no valgo.

Cobré una ETERNIDAD en el Singapur de tu MIRADA. SIENTO MI DEUDA y tu mano, apoyada en mi brazo... Pero NO SOY YO. MI TEMPLO -Tú: YO NO EXISTO. ¿dont you remember?