SUERTE PERRA

Una palabra ata mis manos al césped, !y yo tumbado!
El abismo del mundo me agujerea hasta el no va más.
Busco un aposento, algo material, algo seguro para apoyar mi centro
-si solo pudiera pensar, sabría que no tengo centro-
Me duele el curso del ser, ese inseguro vacío que convierte todo en pasado.
Respiro y tengo miedo, no quiero perder la conciencia de mi respiración ni una mirada de los fragmentos del mundo, una perspectiva de la realidad fluente. No encuentro sino sombras sobre cortinas blancas. Aprieto lo que veo y algo se escapa entre esas fisuras...
El corazón entre mis dientes, como cañones, golpea los restos de la noción de lo que fuí.

Apreté fuertemente el césped -empuñé manojos de césped- para evitar que el mundo se moviese, pero me traicionaron los latidos de mi corazón y los vaivenes de mi respiración incontrolada. Erizado cuerpo que como un salpullido agobiado perdía su ser yacente entre dientes -mis dientes superiores mordían a los inferiores, pero mas frío el aire, trazas de aire, atacaba los agujeros de un abismo que era yo o mis circustancias.

Han pasado muchos años y ciertas vidas desde entonces, ahora hinco mis uñas en losas de mármol -el césped no existe-, ahora mis dientes son barro, que buscan lo que no fuí, no seré barro porque soy barro que busca al perro negro, un perro negro inmenso y perro, como mi suerte: perra negra de barro