martes, 28 de octubre de 2014

HABITACION 212


El pasillo, habitación 212

Aquellas pensiones antiguas de la ciudad me habían causado siempre impresiones favorables; mi espíritu  fluido y deformable, ocultaba un malicioso deseo de nuevas experiencias:  

-¡Tome la llave! -dijo secamente la recepcionista situada en un cuartucho poco más grande que una cabina telefónica-. Acuérdese de devolverla, la habitación 212 está al final del pasillo de la segunda planta -gruñó    
Metí en el bolsillo la llave atada a un tarugo manoseado de madera, apreté el asa de la pesada maleta de piel reforzada en las esquinas y me despedí; tras una laberíntica confusión de corredores, estancias, ascensores rotos y escaleras, me interné en un pasillo estrecho y muy largo 
  
VOZ EN OFF: Las habitaciones de la pensión dispuestas a tresbolillo, pasan sin aparente regla; sus puertas responden a ritmos austeros, quebrados por mesillas semicirculares, que como granos brotan del papel impreso de la pared, y ofrecen a la vista todo tipo de excrecencias inútiles de una civilización, descalabros ornamentales sin objetivo, zorros disecados, plantas siemprevivas, y desgastadas e inestables esculturas de caolín: estos estorbos están dispuestos con tal desatino e inseguridad que al viajero producen la seguridad que los objetos van a ser empujados al suelo por toque fortuito, ora con el cuerpo, ora con la maleta, en cualquier momento. 

VOZ EN OFF: El pasillo quedaba envuelto en una atmósfera densa e irreal; el sudor le caía a los ojos; percibía, a través de las lentes empañadas, polvo y brumas; lámparas vidriadas, rasgadas, con bombillas de escasa luz, muchas fundidas otras apagadas, colocadas en débiles mesillas, dilataban la estrechez del corredor; A veces trazas de luz natural sajaban la moqueta e invadían, en linea quebrada, las grietas de las puertas entreabiertas de las habitaciones desocupadas; La iluminación no buscada, creaba efectos claro-oscuros que junto con el traqueteo de los pasos daban al observador, la sensación de estar en un tren cruzando un túnel. Cuando coincidían varias habitaciones cerradas todo eran oscuridad y tinieblas, hasta el punto que había que ir a tientas para no tropezarse con los escalones, que aleatoriamente mostraban las diferencias de cota del suelo de la pensión 

VOZ EN OFF: Aquellos pasillos con escalones no predecibles, imposibles de memorizar, se adaptan bien a un espíritu dual que a ciegas palpa la mente y que como número de latón espera a ser reconocido por el huésped de la pensión, la oscuridad encorseta la historia, y reconoce el territorio. 212 es el número del territorio

VOZ EN OFF: Ciertas entradas se muestran orgullosas y los gradientes de luz -que traspasaban virginales las ventanas de las habitaciones- cruzan los umbrales de sus puertas abiertas al pasillo que, como piernas sin tapujos, permiten observar minuciosamente el flujo interno de su actividad; colchones de canto en la pared, sábanas vencidas como lenguas en la repisas, olor a limón; bellas mujeres con pelos ondulantes desplegados, danzas locas y locos carros, boca a boca de almohadas, que mueven estrechos tobillos y diligentes muñecas apoyadas en vibrantes brisas de insufladas nubes de plumón, discursiones en aerópagos de moteados mundos, chasquidos de huesos. Entre gorjeos, chamusquidos y canciones, baten, armónicamente, motas, como brillantes cristales de aire, con plumas de avestruz, y escupen agua pulverizada, que estallan, como estornudos, al contacto de una atmósfera DIÁFANA; Las bellas mujeres giran con seda el hilo del espacio y como en un tiovivo tapan las rendiciones del tiempo y como en un disco rotan UROBOROS   

VOZ EN OFF: Despreciadas, como abanicos sobre charcos de agua pestilente por rotura de bajantes escondidas subrepticiamente, otras estancias, que cerradas a cal y canto huelen a tierra húmeda, a himen opiado y aliñado en círculos con especias de cayenas orientales; habitaciones mohosas que disparan su infernal aliento, gritando desde el pasado, con demoledores mugrientos golpes, puertas que encierran adheridos ángeles congelados de tristezas de otras épocas.

PROTAGONISTA: una mole compacta de hombre, acurrucada entre las patas de la mesilla y la pared, con la cabeza entre sus rodillas, señala en el suelo las arrugas de un papel con caracteres de tinta semiborrados 

-Me aparto ligeramente y paso -usted disculpe.- Digo
-No obtengo contestación -sigo

-Veo un cúmulo de serpientes-cable que envuelven a dos instaladores arrodillados, no paro, salto por encima con la maleta, es la única manera de pasar, ellos me piden perdón por molestarme, ya adelante giro la cabeza mientras sigo andando, no faltaría más les digo, cada vez mas lejos, que ellos me perdonen a mi, qué dónde está la habitación 212, grito, se miran entre si, y uno, a lo lejos, pone su mano de canto y la mueve hacia adelante, ah vale, me despido con un gesto, andando marcha atrás,sigo

-Un niño de menguado cuerpo en pijama de rayas y abrazado a un oso de pies apretados, impregnados de miel, llorando viene, descalzos pasos hacen que me aparte para no molestarle, el llanto del niño desaparece tras un portazo

-A lo lejos una chaquetilla roja descolorida empuja el chirrido lento de un carrito botellero, tintineo de campanillas, portador abotonado de la chaquetilla golpea dos veces con nudillos embrutecidos la puerta de una desafiante habitación y espera impaciente. El ataque inesperado de una mano enguantada procede del más allá: araña que sale, atrapa a su presa, y se mete en el nido.
Carrito, personaje y chaqueta se solidarizan con el atractor del movimiento de la mano, y entran con la facilidad de la arena en un calcetín, aparecen y desaparecen como patitos de caseta de tiro dos ojos azabaches, con brillos de plata, que pronto se meten en su nido. La puerta con dos mirillas de tamaños descompensados, se cierra e impide la visión. el sonido reverbera el pasillo desde dentro con pio pio, gorjeos y muacks al pasar 

-Tropiezo de nuevo con un escalón, cansado dejo la maleta, paro, saco un pañuelo y desempaño mis gafas; hago balance, y tomo posesión del lugar, miro el número de la habitación de enfrente 207, noto que estoy cerca. echo una ojeada consciente al entorno. En las zonas oscuras de la galería siento cegadores paisajes, sonidos de pasos amortiguados por la moqueta, ladridos de perros, y puertas bostezos abiertas hacia otros mundos, que esperan ser franqueadas, miro de soslayo espacios destartalados, abatidos, maderas y hachazos desenmarañados, desterrados, parpadeos de puerta succionan brisas de faldas locas, una mujer sale de una habitación de al lado, se sacude, mueve y enrosca piernas arropadas por majestuosa desnudez, muslos blancos como tumbas, macizos antebrazos, balanceo, canalillo desabotonado, dejando ver el ombligo, se acerca, me mira de abajo arriba, se pone de perfil, me roza, huele a semen y a sudor, pasa y me roza, su balanceo, me roza, me mira y se aleja, su presencia es englutida por las leyes de la perspectiva al final del pasillo.
Emprendo la búsqueda, el pasillo se bifurca, me arriesgo, tuerzo a la derecha, paro y vuelvo a mirar el número de la habitación 209, debo estar cerca.
-Entre el humo-niebla, formado por las aberraciones visuales del vapor pegado a mis gafas, en tercer plano, diviso unos operarios fumando acompañados por penachos de humo y luz tambaleante, están sacando de una habitación un armario inmenso como un barco. 
En un segundo plano un charco, más pequeño que el mar en extensión, refleja encrespados restos de una lámpara y de una sirena de porcelana rota, que como olas reflejan la luz plateada de la lámpara.
En un primer plano oigo alaridos,suspiros, como el sonido del mar a través de las conchas y piar agudo y entrecortado de gaviotas que son gritos de angustia concupiscente, que se regalan dos seres que, aparentemente, mueren de un amor injuzgable en la pared del pasillo de la pensión, inadvertido, me pego a la pared e intento arrastrando mi espalda, pasar sin molestar, pero la maleta es grande, el pasillo estrecho y los cuerpos impenetrables, intento cambiar de mano la maleta pero el movimiento sincopado de la pareja hace un extraño, como un derrape, y por momentos quedamos varados; doy un fuerte estrincón con la maleta y me consigo liberar, no sin antes recibir una mirada de apercibimiento del mono sapiens sapiens hembra receptor, -mirada excéntrica con ojos muy abiertos de loca, ceño fruncido- al sentirme des-cautivado inspiro profundamente, y siento un ligero olor a morcilla frita, que sale de la siguiente puerta descuartizada puerta que un charco refleja, amenazado umbral de sequedad que atenaza mi solicitud, miro de soslayo, compruebo la distancia, cierro los ojos y salto,  al abrirlos veo que me dirijo a una oscura habitación, con signos escritos en la entrada, sigo.

-Dos operarios vestidos de negro, sujetan un pesado mueble alargado, paralepípedo de madera decorado con una cruz en su frente, me esperan en el corredor, por sus comentarios -palabras monosilábicas aglutinadas entre carraspeos, hostias, y malos humores- intuyo que me dicen que pase a babor: 
-Entre en la habitación y espere en el vestíbulo a que pasemos -dice el operario-. 
-Intento pasar decidido por el hueco que deja el mueble y la puerta entreabierta pero tropiezo con un escalón, doy un traspiés, suelto la maleta para recuperar mi centro de gravedad doy tres zancadas destartaladas que me llevan al lateral de una cama. Ahí yace un cuerpo, MUERTA con piel cérea, me tapo los ojos y giro mi cuello hacia la puerta buscando una escapatoria, han sido unos instantes pero no me han impedido oscultar los ojos ABIERTOS extraviados de un cadáver desnudo a medio amortajar. Velos de tul, desperdigados por la habitación, y gasas deshilachas cuelgan del techo, algunas manchadas de sangre, huele a sándalo, quiero irme, los portadores del mueble, siguen discutiendo en el umbral de la puerta y no me dejan salir -me dicen que han encallado con el un ataúd-, entreveo un hueco entre las piernas de los porteadores, un  escape, me pongo de rodillas, siento que mis manos se pringan de algo parecido a la tinta, intento coger la maleta pero no puedo pasar con ella, así que la dejo, sigo decidido y salgo entre las piernas rejas de los portadores, me incorporo, miro atrás y veo que el ataúd se ha encajado entre las paredes del pasillo, esta varado, los dos hombres están inmovilizados, como náufragos atados a sus botes, salgo corriendo

-Mi estómago, revuelve las visiones que ahora suben como lava desde mi vientre, necesito correr, limpiarme, alejarme veloz de los ojos de la muerta y de la habitación, en un afán purificador acelero el paso, salto tres escalones, quiero tomar aire fresco; pero algo se acerca tambaleándose y me va impedir continuar, tengo que encontrar mi habitación: 
-El bulto...¿Es un elefante? -Me pregunto-. El suelo y las paredes tiemblan.
-¡Sí, es un elefante!, intenta moverse en tremendas sacudidas, todo tiembla, su avance es mínimo
-Entre el elefante y yo quedan 3 habitaciones, A ver..210 una, 234 es la siguiente, ¡solo tengo una oportunidad! -¡YO BARRUNTO! 
-En los hombros, los operarios de negro ya liberados, vienen por detrás y portan mi maleta y el ataúd escorado que a cada paso, cabecea, y bambolea 
-¡Se van a atascar! -Grito-
-Una mesilla con forma de espigón se interpone en su camino y va a ser abordada, pero parece que no me oyen, se acercan, las puertas están cerradas y las luces parpadean, huele a sudor, estoy encerrado
- ¿Es el fin?
VOZ EN OFF 3: Habitación 212


6 comentarios:

  1. Espero nunca pasar por una experiencia de estas. Ahora, cuando viaje a trabajar miraré bien en los pasillos, por si me encuentro a un elefante. ¿Justo tenía que oler a semen? (Acá me estoy riendo)
    Sí que te has puesto tétrico Mente, me estás asustando.
    Veo que el comentario del elefante no salió, decía algo de ellos, de la piel vieja, de la mirada, decía cosas que no sé hilvanar ahora porque eran delirios, ya sabes que cuando empiezo agarro para cualquier lado; como cabra, loca, pa’ el monte.
    Un besote!!

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    1. Me da rabia que no salgan los comentarios, pero bueno, otra vez será, mi abuela tenía una tortuga griega que era parecidísima al elefante. El elefante apareció cerca de mi casa junto a un circo, que no fuí, puesto que me sobraban más de treinta años para que me dejasen entrar gratis.

      No me siento tétrico, solo estoy jugando, la historia nace de una pesadilla de ayer, entre la muerta y el elefante me despertaron, jajaja! un beso fuerte!

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  2. Que pension menos recomendable...
    La de la foto no sera la recepcionista??

    Besos

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    1. Jajaja! realmente es la recepcionista, la mujer que pasa, la mujer que esta con el novio, y la muerta.
      Si te digo la verdad la historia me da miedo real, ayer me despertó y no me dejaba dormir, quería escribirla para que hiciese de espanta símbolos. Un final posible de la historia es que el elefante rompe el pasillo y me salva, sino lo he escrito es porque me he quedado sin tiempo, y sin ganas de cerrar la historia por otro.

      Besos, besos

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  3. Teniendo en cuenta como barrunta tu “lombarda”, hoy la mía es un brécol ;) podrías estar describiendo desde el atraque de un barco a puerto, al deambular de alguien por los pasillos de un hospital en busca de la 212 que por cierto si le pones CH es el nombre de un perfume y aunque no pegaría con este olor curte, húmedo mohoso de tu pensión, ni al de un hospital, aumentaría la fortísima mezcla que hay en tu historia haciendo aun más irrespirable y asfixiante la sensación que da...( ya veo que fue una pesadilla) Menos mal que al final del túnel de toda pesadilla siempre hay luz -si no la tapa un elefante, claro!- :-)

    Me ha gustado mucho, aunque he terminado agotada de tirar por la maleta!

    Que tu día no sea muy cansado. Muchas gracias y muuchos besos.

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    1. Jajaja! , entro en recurrencia, y pretendo salir, estoy en broma, pero a veces se entiende la escritura como algo que espanta los demonios, pero a mi no hacen más que aparecerse y encima se me crean más, llevo toda la tarde escribiendo para reirme de mi mismo y ver mis actos en perspectiva, pero una y otra vez , vienen pasillos, o prensas que me atrapan, y me desjugan (como a las naranjas), cuando era pequeño soñaba en croquetas, yo saltando en una cama elástica y un carnicero que me moldeaba y me convertía en croqueta, quizás lo que estoy escribiendo parte de la infancia, pero necesito descubrirlo, para mi es muy difícil soñar, puesto que duermo a saltos, pero la impotencia de verme aplastado en sueños me da ganas de escribirlo.
      No me extraña que te agote la historia, yo estoy sin fuerzas, jajaja, supongo que será mas debido a la presión , o al extraño otoño , un abrazo, y muchas gracias como siempre

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