sábado, 13 de septiembre de 2014

DELIRIO. EL ENCIERRO



Me llaman el hombre de los encierros -no es verdad- pero así me siento, de vez en cuando necesito enclaustrarme en la soledad de las telarañas -La vibrante soledad de la catenaria apoyada sobre el brillo especular de las rítmicas gotas del tiempo-. Así cuando salgo a la soleada intemperie y pido, pongamos un ejemplo, un café helado, tomo plena conciencia y entiendo la definición exacta del hecho, este "bien-valorar" la importancia del contexto sólo lo da la seguridad del que ha estado encerrado
- Café helado solo o con leche? -Me pregunta el camarero
- Con mucho encierro , contesto

La soledad entre cuatro paredes es un desparrame de entropía y me desarrolla: Conocer del hombre su habitat y sus costumbres en soledad y conoceréis lo más inviolable del mundo

-La luz entra rasante en la habitación e ilumina el suelo, migas, restos de comida, y botellas medio vacías que ruedan, a veces, y forman el escenario de un cuadro de Yves Tanguy: Las formas y sus sombras aparecen aleatóriamente en la imagen de un espacio embalsamado solo roto en la horizontalidad incierta del rodapíe -esto dicho así suena lejano, impersonal, pero hasta que uno no ha estado pisando descalzo el suelo y sintiendo el leve cosquilleo de la inmundicia, uno no reconoce las causas y efectos de la figura en su extrema globalidad, de eso se trata la vida: de reconocer y envolver la realidad en un manto mental de objetivizaciones y experiencias 

-el crepitar de las sombras en la ventana nos acerca hacia esos límites de una belleza administrada- 

Un olor de fruta podrida se eleva desde el sofá colmatando el ambiente con efluvios de podredumbre y desarraigo -cómo tan pequeños trozos de nada, son mondas del vacío, pueden cambiar categóricamente un entorno inmediato con tanta facilidad-. Pero donde nacen esas partículas hay una energía -energía vital- que lucha por mostrarse al exterior y yo no voy a vencer a la entropia que genera el olor en el sistema, me resulta más sencillo adaptarme a las circunstancias, la pituitaria se acostumbra pronto. Curiosamente la basura lleva acumulada en la oscura entrada más de tres días y no huele tan profundo, no llega tan adentro -desde el salón se ven como almas descabezadas, las bolsas que se apoyan afligidas entre sí y dificultan el giro de la puerta, que esta casi condenada-. Un bullicio de  cucarachas se arremolina en el hall de entrada y deja al resto de la casa tranquila. El zumbido de las molestas moscas y mosquitos se aviva con el frescor de la noche y penetra tanto en mi mente, que me siento atacado como por mil abejorros violines invisibles. Durante las horas de sol estos vampiros en miniatura están pegados a las bolsas de basura y me dejan en paz   
Restos de mi ropa como peleles ahorcados se apoyan en los sitios más inverosímiles del salón, jugando con la gravedad y creando esculturas de muy diversas formas, cabeza de Mefistófeles, espada de Roldán -Entre el canto de la puerta medio abierta del baño y el clavo del cuadro caído de mi autorretrato aparece exacta Laocoonte y sus hijos- 

Un trapo sucio -es en lo que me he convertido- se esconde asustado protegiéndose de todo, en la esquina de la habitación, el trapo no habla, pero si lo hiciese tosería polvo y monosílabos que nadie entendería 

Guardo la comida en una panera que me he colocado a mano, principalmente me alimento de pan duro, pero tengo varias latas de calamares en su tinta, mejillones y sardinas, que abro con mi navaja de montaña, suelo comer con la mano - bicho que no mata alimenta me digo- y utilizo cualquier papel que encuentro cerca para limpiarme  

Mis restos, mi inmundicia interior o mis ansias de soltar mi belleza al mundo es un problema que tengo mal solucionado, aunque utilizo bolsas de plástico que coloco concienzudamente en el suelo como una sábana, cuando suelto el desperdicio humano intento buscar el centro geométrico de la bolsa, y si, cuando acabo, todo ha salido bien, anudo las puntas exteriores de la bolsa, creando figuras regladas, alabeadas espaciales de una belleza drástica y geométrica, Luego uno las puntas, como lo haría cualquier cigüeña para llevar su carga y en un tiro parabólico lo lanzo por la ventana que siempre esta abierta; las aguas menores es otra cosa, ya que con el calor que hace se evaporan con facilidad, aunque suelo utilizar un orinal, que guardo debajo del sofá, y que vacío por la ventana al grito de agua va.

Hoy me ha despertado una rata corriendo por mi cuerpo, creo que voy a poner fin a mi encierro, saldré y pediré un café helado en el primer bar que encuentre y me preguntarán:
-Solo o con leche?
y responderé:
-Con mucha rata, perdón con mucho encierro.

FIN


8 comentarios:

  1. Encierro, sí y... entierro,no??
    En ese caso mejor.. gamberro!
    o en su defecto ajopuerro ... jaja Te imaginas?...

    -Por favor, un café helado con ajopuerro ! :-)

    Ni caso, soy yo la que estoy un poco gamberra hoy, lo siento ( es que llueve aquí :-)
    Lo cierto es que es terrible, increíble e indescriptible ( súper bien descrito) este encierro tuyo...
    ¿Quieres salir de ahí pitando? nada de café...¡¡ducha!! ;))


    Que hoy tengas buen día ahí y navegues con viento de popa a barlovento...
    Muaaaaaaks!

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    1. El sábado tuve un día de perros, y realmente me encerré...pero el domingo decidí, cambiar de actitud, y navegué tierra adentro ¡Menos mal que navegué!
      Cuando leí tu comentario me sentó mejor que un buen café (con leche), gracias
      Besos mil, que tengas una buena semana!!

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  2. Es impactante , me gustó bastante el relato.
    Un abrazo.

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    1. Un abrazo, muchas gracias Azzul. Me hace ilusión que te guste, besos

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  3. A la rica ratita....
    O cucarachita.

    Mejor fuera eh...

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    1. No aguanto estar solo y encerrado, de verdad que lo intenté!, pero no pude, mucvhas gracias por comentar, un abrazo

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  4. Soy claustrofóbica total, así que te digo algo, cuando me siento así, me encierro por dentro, ahí no hay ratas y si por alguna casualidad se cuela alguna entre el humo del cigarrillo y el café, se muere.
    Sentí algo raro al leerte, pero ya sé que no te encerraste...

    Abracitos

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  5. Todo era el intento de explicar mi sentimiento pero por supuesto nada real. Me encerre un dí y no lo aguante, un beso, al día siguiente me levanté pronto y me fui de viaje, me vino bien
    Besos y gracias

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