sábado, 16 de agosto de 2014

DELIRIO, IIII




MENTIRA

UNO
Caminó en la delgadez de su soledad, durante las horas oscuras, estaba solo, estaba solo..; tanto repiquetearon los golpes de sus solitarios pasos, que fueron martillo sobre yunque –ladraban los perros-:
El ulular del búho, y el brillo de las estrellas sobre barcas desordenadas, fueron borrados por la soledad del ritmo.
-¡Ritmo solitario y borrado! -repetía a cada paso
Los árboles arremeterían contra un viento disforme e indemne, húmedo espejo de luz sin luna en brisas originadas en el útero:
 -¡Pero es una ciudad y su nombre empieza por...! –mi tono intrigaba realmente-
DOS
La perspectiva cerrada por los álamos en hilera, que flanqueaban el camino, las dos figuras se evanescían en el horizonte envueltas en el polvo de las películas antiguas. -¡Sí!- Sus voces eran graves unas veces y erráticas otras, nacidas de la sal y de las sombras alargadas del amanecer. Las páginas vibraban la escena al igual que las hojas de los árboles. Vista por Elle la imagen no ofrecía dudas, y la comparaba con ciertas anotaciones al margen de los textos y tachones en uno
-¡Retrasarse y mirar!, ¡Agacharse y condicionar la mirada! ¡Forzar ángulos  y orientarse a la belleza¡ -dijo Elle contenta, con las pupilas hinchadas-
TRES
Serpenteaba el río de reflejos como puertas hacia otros mapas, hacia otros textos,  bastaba ahogarse, para modificar el tacto de la lágrima. Sin embargo, Joe distendido, utilizaba la singularidad de esta imagen sinuosa para explicar los largos caminos de la retórica, y algunas características del otoño, así como metáforas de procesos, como aprendizaje, vida, y camino.
Las ramas de los árboles entrelazadas simulaban figuras de abrazos en los claroscuros de las estaciones. Desde la posición inferior del caminante se veían inmensos amantes construidos de barro, en las soledades de los circunloquios.
-¡Vamos Elle, no te entretengas! – Joe ofreció su mano a Elle, que estaba absorta, viendo su reflejo en el río-
CUATRO
En un intento de convertirse en melodía, los golpes de los pasos, carraspeo de las hojas, y el fluir de las cuatro voces, que como agua se anegaban en un ambiente lácteo, el tiempo retranqueaba las fisuras de lo blanco, pero Fiona nunca se hubiera atrevido a definir la escena así: su modular azul, su rítmicas pasiones, atravesadas por años de dilación, hacían pasar manadas de gaviotas por entre sus piernas, que como columnas soportaban las ilusiones salvajes de la juventud. Desde las cicatrices del cuerpo de Fiona brotaba como manantiales la saliva de los instintos, que al caer al suelo formaba ríos de lava y cáñamo, que fraguaban como la cal y formaban caminos, que se perdían en los múltiples horizontes, desde los cuales y en uno de ellos, en la dirección que apuntaba el viento Boreal, andábamos los cinco, andábamos  muy deprisa, más bien diría estabamos corriendo,
-¡Rápido! el reloj de las veletas apunta a los látigos del  mediodía, Grito Joe, haciendo un gesto de desesperación que atrasó levemente el tiempo
CINCO
Fiona y Yo empezamos a correr, casi a la velocidad de la luz,  un perro pulgoso se nos unió en destartalado cortejo como símbolo de fidelidad de la historia, Elle, sin embargo se sentó y se dejo olisquear por las piedras del camino, ¡Os espero en la puerta de la ciudad! -dijo a viva voz   
El camino se estrechaba, los álamos se empequeñecían hasta olvidarse de su entidad lineal, y perdían paulatinamente la cualidad de dejarse acariciar por el viento, se convertían en granos, puntos, y después desaparecían como un tea, o un chasquido de dedos
A lo lejos, pasada la colina ondulada, los huertos verdes y las lluvias torrenciales, cruzando el puente de madera y bordeando las murallas de barro, se elevaban la puntas afiladas de la puerta de la gran ciudad, que como nacida del aire eran sostenida por el azul de un cielo riguroso, su ambición solo pretendía ser restos de memoria o guiones de comportamiento, que el viajero entendía como meta o inicio de un devenir.
SEIS
Ahí en la puerta nos esperaba Elle... encerrada en un ataúd:
Ahí en la hornacina que flanqueaba la puerta de la ciudad nos esperó Elle.
Días enteros, pasaron luminosos días, y días negros, miles de nubes fueron testigos de su ímpetu y de la espera, la piedra desgastada de la hornacina fue testigo de su dulce juventud, una adultez no buscada, perseguía los códigos de los laberintos, su muerte caía desde el vértigo de su propia historia, varias civilizaciones fueron creadas y devastadas en el intervalo que Elle llamó su vida, cuando llegó a la vejez se envolvió en la hornacina, y cerró las tapas, y cerró sus ojos...

-¡No puede ser, se desmaterializó la esquina de un deseo! –dije yo
-¡Oh se quebró el gusto de los organigramas¡- puntualizó Joe
-¡Cuidado!¡ Evitemos los signos cómplices de tiempo! -Nos previno Fiona-
La equilibrada respuesta de Fiona ante los imprevistos que atenazaban lo más humano de nuestro viaje, o mejor llamarlo contingencia del viaje, nos dejó más pasmados que la propia muerte de Elle:
-Dejémosla aquí- continuó Fiona en un tono que sonaba a latigazos en la espuma del mediodía
Eso hicimos todos, aunque algunos, aferrados a las consecuencias de su pasado, hubiéramos preferido llevar el ataúd por partes y ubicarlo en las caballerizas apestosas de intramuros.
SIETE
 Superados los inconvenientes de la entrada –el umbral, el quicio, bordes, límites y demás, la ciudad latía entre los bostezos de las puertas de las primeras casas. Los relojes y los carteles luminosos, apagados de forma intermitente- flanqueaban pasadizos y callejas; el humo de las chimeneas se perdía en los laberintos de las múltiples calles entrelazadas. En las puertas los niños nos ofrecían cestas repletas de frutas envenenadas, que nosotros rechazábamos, o aceptábamos “ab lib.”, a cambio de una sonrisa. Sí hiciésemos caso exclusivamente a los indicios exteriores no se podría decir que la ciudad estaba insuflada por un espíritu vital, ni por el sutil movimiento del empedrado, ni por los ojos fijos de sus imbornales, y mucho menos por ciertas arrugas en la densidad de los vacíos; pero la ciudad tenia vida, estaba vida, y su nombre era..., Apelotonaba muros en las crestas de deseos de signos, nombraba letreros en los reflejos de los charcos, y dirigía la luz, en las confluencias de las calles, que asumían el papel de corrientes de un discurso  y orientaban al caminante a las lagunas de la memoria, mejor, La ciudad compactaba los gritos de los artesanos en las dilataciones de su vacío, y allí, cada visitante encontraba un reflejo en el que se veía a sí mismo
Sigo
Nuestros héroes no encontraban una razón, un objetivo, algo que diese sentido a su existencia y se perdían buscando no sé sabe qué tipo de aventuras, pasaron días, sombras y encrucijadas. La ciudad que en principio se les mostraba ajena empezó a coger forma dentro de si mismos, y para cada uno era distinta en función de las imágenes que habían metabolizado (experiencia).
¿la ciudad era distinta?, ¿se  mostraba de forma distinta a cada uno?. ¿Eran distintas ciudades?

9 comentarios:

  1. UFFFF!!!
    Te cuento que te he leído este texto en el teléfono y ahora en la computadora.
    Es perfectamente bello. El dominio que tienes de las metáforas, es increíble. Y logras algo que según los expertos no es nada fácil. Escritura creativa, envuelta en pases bellos de poesía !!!
    Felicitaciones Artista! ¿será que hay algo que no te salga bien, en este mundo del arte? jajaja!!!
    Besossss

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    1. Como siempre muchas gracias!!! Necesité un comentario como el tuyo, me ha-dado ánimos para seguir aunque sé que tengo mucho que aprender. Son aguas movedizas lo que escribo y para leerlo hay que poner mucho interés, sé que hay ciertas metáforas que merecen la pena, pero no las dejo espacio para que respiren, y se entremezclan en un mundo mas parecido a alucinaciones que a realidades conscientes (conscientes del mundo irreal), y otras veces no respiran y mueren esperando resucitaciones ( resurrección-felicitación), jajaja! Tu comentario ha sido oro para mi y una RESUCITACION. Gracias, un beso muy fuerte y deseo que todo te vaya bien. Bessssssssssssssssssssos!!

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  2. ..............espero al OCHO...NUEVE.......DIEZ................sabes.??????......me has hecho recordar que
    cuando huyo de la soledad, ella me alcanza. Cuando me rindo, dejo de luchar contra ella......... me doy cuenta de que en realidad forma parte de mí. No creo que el problema sea la soledad en sí misma, es mi lucha contra ella.

    Besos.

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    1. Si la Fuerza me acompaña habrá más delirius:
      Hablaban de manos como lirios escondidas en la niebla.
      Muchiiisimas gracias por la profundidad y anchura de tus comentarios y por la elegancia de unos dedos al aire, que son campos de trigo que ceden al viento

      Gracias, por la felicitación y un beso muy fuerte, llegó en días que sumaban kilómetros con casi un medio siglo.

      Besossss

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  3. Mentira (bis)

    Rusa, es una ciudad rusa!... las esculturas son musculosas ( como tú y las tuyas :-) una tiene los pelos de punta hacia el cielo, toque épico revolucionario inequívoco:-) Simulan estar tristísimas, abatidas ( debe ser por Elle) pero no... es mentira, “los carteles luminosos, apagados de forma intermitente” indican claramente con sus destellos de oscuridad que están retorcidos por el veneno que ab libitum y a placer bebieron por ver sonreír a unos niños que salían como conejos de matrioskas para despistar a la KGB mientras tú corrías a ponerte un abrigo para no morir congelado...o mejor darte tiempo para métete en la hornacina con Elle y entrar en calor...¡¡pero tú!! luego di que me haces caso y te cuidas:-) Mmmuaaakks!

    Sorry...Delirio V ...
    Nooo es el delirium tremens que me entra cuando siento que termina el verano:))

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    1. Que ilusión, si es María! María...sí!
      Hola, la ciudad es Santa ( y no es San Petersburgo), y acaba por ande, ander, o andén, que en este extremo no se ponen de acuerdo los críticos. Lenínnnnnnnnnnnnnnnnnng era calvo, yo lo ví muerto en el mausoleo de las ráfagas neutras de oscuridad ( la ciudad de la lúz, no era), pero su intermitencia destellaba ( en serio fui a borrar ese párrafo del chiste ( funciona el intermitente ? ahora si,ahora no, pero lo deje en símbolo imperecedero, un eco imperecedero de eternidad era.)
      Me cuido en Santi Petri y reniego tres veces la búsqueda de una paraiso, que sé que existe.
      Un beso y un abrazo de fin de verano, y caminando solo en la playa, convirtiendome en hilo luego punto y zasss, ya nada.
      Gracias por todo, gracias!!

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  4. jajaja pues sí que apunto bien yo... anda que no me fui lejos... ¿ de verdad esa escultura está en donde dices que está? ... sabía que los cántabros teníais un puntito bolchevique :-) lo que me gustó de tu "intermitente" fue la paradoja que encerraba...Mmmm eres un artista con esas cosas ( sé que no era París... en París no se comen sardinas :-) aunque valga una misa -Isa, sosa sin sisas pero con eco intermitentemente eterno acurrucado en la tacita de plata donde te cuidas ... qué preciosas son las playas por las que te conviertes en punto y coma fosforescente mientras boquea este pescadito de verano que ya está más fuera del agua que dentro... gracias a ti siempre... hoy me has hecho sonreír ;)

    Luego subo a verte en el resto de los delirios... ahora voy a pasear con mi sonrisa por la playa... muaks!

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