Suelo encontrar chinos llorando en los tejados del mar, bueno, si esto fuera mi título, al atardecer, el azafrán blanco derramaría una gota de leche roja, en las alcantarillas de los últimos pisos del aire, bueno, si fuera eso un título, los escandinavos, en tropel, con lanzas, emergerían de Breda ,del terror del estandarte de los semáforos del ocaso o un anhelo verde embestiría, a cal y canto, a una gallina clueca, pero no, no existen chinos que adormezcan a los rinocerontes de medio lado, ni crímenes, de pelo largo y cuchillo en mano, sin castigo secular traspasados a las inclemencias del tiempo, porque el hipotálamo renace en BERCES I y II, y no conoce, la dirección irreversible del tiempo, el llanto quedará indemne volando como una brisa en los albores de la gravedad y Apolo será desplumado, de nuevo, sigo sin título SIETE, ¿cueces o enriqueces?, Salmón Ahumado, sería un buen título, eso sí, o Las escobillas del aire como receta número 2014. La naturaleza, hoy.... me habló, cerré los ojos, y rendido, a la belleza de su voz y a la elocuencia de su discurso, transcribo varios extractos de la conversación: